Se está comentando estos días que
los bancos buenos, el Santander, el BBVA y todos los que merecen la pena, han
hecho públicos los beneficios del año pasado y el resultado es de record. El
banco malo, la Sareb, no publicó nada porque lo suyo es gestionar la morralla y
eso siempre va a nuestro cargo. El sistema económico que defendemos, porque
conside - ramos que es el mejor, funciona así. Cuándo los bancos ganan dinero lo
embolsan y cuando lo pierden socializan las pérdidas. Conviene recordarlo
porque, a veces, se nos olvida.
También olvidamos cómo funcionan
los bancos. Que no es de broma, es para quitarse el sombrero. Despidieron a
miles de trabajadores y han conseguido que los clientes seamos sus empleados.
Trabajamos para ellos y, encima, cobran por lo que hacemos. Nos inflan a
comisiones que pagamos religiosamente aunque pongamos el grito en el cielo y lo
adornemos con alguna blasfemia.
Otro detalle, en el que no sé si
se habrán fijado, es que cerraron un montón de sucursales y las que quedaron las
han reformado para que resulten incomodas y sea un suplicio hacer cualquier
trámite. Han eliminado la clásica ventanilla y han quitado los asientos, de
modo que si usted va a entrevistarse con cualquier jefecillo, de esos que no
hacen nada pero siempre están reunidos, tiene que esperar de pie y a la cola, sin
poder apoyarse, siquiera, ni en una mala columna.
Las reformas no acaban ahí.
Añadan que han reducido los horarios de atención al público para que nunca
lleguemos a tiempo, y, por si fuera poco, han reformado la forma de comunicarse con
nosotros, introduciendo tecnicismos y palabros que ni con un master en asesoría
financiera lograríamos entenderlos.
Todo lo que se apunta, y más que
no sabemos, los bancos lo han hecho sin pedir permiso a nadie: ni a nosotros, ni a las
autoridades ni a Rita la Cantaora, que, en esto de cómo funcionan las cosas, es
pariente de Bernarda, la del coño.
Los bancos han hecho lo que han querido
y, de paso, han impedido que les pidamos responsabilidades por la conducta
irresponsable y, en algunos casos, delictiva, que dio lugar a la crisis
económica de 2008. Crisis que supuso para el Estado tener que desembolsar 58.876
millones de euros, de los cuales los bancos solo han devuelto algo menos del
diez por ciento. Todo un fiasco porque lo que se dijo entonces fue que el
rescate bancario sería sin coste alguno para las arcas públicas. Casi nada, de
momento ha generado un déficit que los expertos sitúan en torno a los 70.000
millones de euros.
Pocos se acuerdan de aquello.
Ahora, en plena cuesta de febrero, mientras sufrimos por la inflación, el
escaso incremento de los salarios y el encarecimiento de las hipotecas, lo que
se pide a los bancos es que, dado que han tenido unos beneficios de record, arrimen
un poco el hombro. Petición que, seguramente, caerá en saco roto porque José
Ignacio Goirigolzarri, conocido banquero y presidente de CaixaBank, acaba de
decir en Valencia que, afortunadamente, los beneficios de los bancos se han
normalizado pues lo anormal era la rentabilidad que tenían en el pasado.
Por si no lo sabían ya lo saben, todo
está en orden. Los bancos ganan lo que les corresponde y los pobres tienen
bastante con ganar el reino de los cielos.
Como siempre un reportaje perfecto,todo lo que dices feten,todo eso y b
ResponderEliminargracias por leerme
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