lunes, 13 de febrero de 2023

Los bancos y el record de beneficios

Milio Mariño

Se está comentando estos días que los bancos buenos, el Santander, el BBVA y todos los que merecen la pena, han hecho públicos los beneficios del año pasado y el resultado es de record. El banco malo, la Sareb, no publicó nada porque lo suyo es gestionar la morralla y eso siempre va a nuestro cargo. El sistema económico que defendemos, porque conside - ramos que es el mejor, funciona así. Cuándo los bancos ganan dinero lo embolsan y cuando lo pierden socializan las pérdidas. Conviene recordarlo porque, a veces, se nos olvida.

También olvidamos cómo funcionan los bancos. Que no es de broma, es para quitarse el sombrero. Despidieron a miles de trabajadores y han conseguido que los clientes seamos sus empleados. Trabajamos para ellos y, encima, cobran por lo que hacemos. Nos inflan a comisiones que pagamos religiosamente aunque pongamos el grito en el cielo y lo adornemos con alguna blasfemia.

Otro detalle, en el que no sé si se habrán fijado, es que cerraron un montón de sucursales y las que quedaron las han reformado para que resulten incomodas y sea un suplicio hacer cualquier trámite. Han eliminado la clásica ventanilla y han quitado los asientos, de modo que si usted va a entrevistarse con cualquier jefecillo, de esos que no hacen nada pero siempre están reunidos, tiene que esperar de pie y a la cola, sin poder apoyarse, siquiera, ni en una mala columna.

Las reformas no acaban ahí. Añadan que han reducido los horarios de atención al público para que nunca lleguemos a tiempo, y, por si fuera poco,  han reformado la forma de comunicarse con nosotros, introduciendo tecnicismos y palabros que ni con un master en asesoría financiera lograríamos entenderlos.

Todo lo que se apunta, y más que no sabemos, los bancos lo han hecho sin  pedir permiso a nadie: ni a nosotros, ni a las autoridades ni a Rita la Cantaora, que, en esto de cómo funcionan las cosas, es pariente de Bernarda, la del coño.

Los bancos han hecho lo que han querido y, de paso, han impedido que les pidamos responsabilidades por la conducta irresponsable y, en algunos casos, delictiva, que dio lugar a la crisis económica de 2008. Crisis que supuso para el Estado tener que desembolsar 58.876 millones de euros, de los cuales los bancos solo han devuelto algo menos del diez por ciento. Todo un fiasco porque lo que se dijo entonces fue que el rescate bancario sería sin coste alguno para las arcas públicas. Casi nada, de momento ha generado un déficit que los expertos sitúan en torno a los 70.000 millones de euros.

Pocos se acuerdan de aquello. Ahora, en plena cuesta de febrero, mientras sufrimos por la inflación, el escaso incremento de los salarios y el encarecimiento de las hipotecas, lo que se pide a los bancos es que, dado que han tenido unos beneficios de record, arrimen un poco el hombro. Petición que, seguramente, caerá en saco roto porque José Ignacio Goirigolzarri, conocido banquero y presidente de CaixaBank, acaba de decir en Valencia que, afortunadamente, los beneficios de los bancos se han normalizado pues lo anormal era la rentabilidad que tenían en el pasado.

Por si no lo sabían ya lo saben, todo está en orden. Los bancos ganan lo que les corresponde y los pobres tienen bastante con ganar el reino de los cielos.


Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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