Todos los veranos surge una
canción infame que suena y suena hasta que se hace insoportable. Una canción
que, queramos o no, nos persigue sin piedad y machaca nuestros oídos como un
desafío que pretende calibrar nuestro aguante. Los ejemplos son numerosos y permanecen
en el recuerdo por más que los detestemos. Aún suenan en nuestros oídos canciones
tan lamentables como: Qué será lo que tiene el negro, La Barbacoa, El
Chiringuito, Sopa de Caracol… Pues bien, hay quien parece empeñado en que la
canción de este verano sea “Los Indultos”. Letra de Pedro Sánchez y música de
Pablo Casado, que ha recurrido al pasodoble para componer una melodía que
pretende encandilar a los españoles, muy españoles, que quieren que España sea
una y no trina de autonomías con vascos y catalanes pidiendo la independencia.
La canción fue presentada en la
madrileña Plaza de Colón, a la vez que se pidieron firmas para que la gente demostrara
su apoyo sellándolo con una rubrica, pero la presentación y las firmas
resultaron fallidas y el entusiasmo inicial fue decayendo de modo que la
canción solo alcanzó cierto éxito entre los fans de Pablo Casado y los de
Abascal y Arrimadas. Una decepción dolorosa que se convirtió en decepción mayor
cuando los obispos dijeron que no bailaban y la CEOE dijo que tampoco; que era
más partidaria del ritmo melódico que proponía Sánchez que del pasodoble que
cantaba Casado, al frente de una orquesta en la que Rocío Monasterio, Isabel Ayuso
y Cuca Gamarra hacían coro emulando a las chicas del La, la, la.
Casado canta “Los Indultos” utilizando
como estribillo España se rompe, algo que no es novedad pues ya lo cantaba
Aznar en 1996, volvió a cantarlo el PP cuando el fin de ETA y lo canta cada vez
que se aprueban leyes que no le gustan como la del matrimonio homosexual, el
salario mínimo o la eutanasia. Forma parte del repertorio de la derecha rancia como
la letra de esas canciones de Georgie Dann o King África que son fáciles de reconocer.
Cuando Casado canta a los suyos les
toca bailar. Lo novedoso de este verano es que quienes siempre bailaban
lo que cantaba el PP se han rebelado y no porque se hayan vuelto rockeros o les
hayan echado “droja nel Colacao”, como denunciaba aquel inocente gallego. El
motivo es que nadie, ni dios, soporta ya la bronca perpetua y leña al mono como
alternativa a cualquier conflicto político. Si es eso lo que propones lo bailas
solo, no quiero ser tú pareja ni que me involucren bailando contigo. Así se
manifestaron los Obispos y el presidente de la patronal, que el pobre lloró emocionado
cuando sus socios le aplaudieron, corroborando que hiciera bien en no querer bailar
con Casado.
Lo que vino después fue un
espectáculo insólito y un pelín bochornoso. Aznar y Casado, cual matones de
discoteca, atacaron a la Patronal y a la Iglesia llamándoles de todo y diciendo
que tomaban nota de quienes no habían querido bailar con ellos.
Mala cosa, eso de enfadarse y
amenazar cuando no quieren bailar contigo. Si la derecha baila sola es porque
bailar con ella no mola. Hablo de esta derecha, la que proponen Casado y Aznar,
qué si fuera otra, joven y con ideas, tendría pretendientes de sobra para
bailar y, si me apuran, hasta para hacer el amor.
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Milio Mariño