lunes, 6 de mayo de 2019

El viaje de vuelta

Los bandazos de Pablo Casado: primero a la derecha y ahora al centro


Un viaje es una aventura que nunca sabemos cómo puede acabar. Que se lo pregunten, si no, a Pablo Casado, que animó a los suyos a que viajaran más a la derecha y cuando creían que habían llegado les dijo que tenían que dar la vuelta y volver al centro. Una decisión inesperada que los ha dejado perdidos y volviendo a no saben dónde, pues el promotor del viaje no consigue articular un mensaje más allá de pedirles que, en dos días, desanden lo que llevaban nueve meses andando. Claro que si algo les salva es que para ese viaje no habían necesitado mucho equipaje. Apenas cuatro antiguallas que estaban prácticamente olvidadas. Fue el propio Casado quien les convenció para que las rescataran del fondo del armario, diciendo que era lo que se llevaba y lo que, sin duda, les haría triunfar. Con ese equipaje, una casete de Camela, por recomendación de Monago, y jabón del Chimbo en el neceser, habían iniciado el viaje a la tierra de Santiago Abascal. A esa España profunda donde las diferencias aún se resuelven a tiros, los mejores festejos son el Toro de Vega y la Cabra del Campanario, las mujeres aspiran a tener cinco hijos y los obispos organizan cursos para curar la homosexualidad.

Incluso Rafael Hernando, que no es sospechoso de moderación, llegó a decir que las propuestas, en ese sentido, parecían sacadas del quinto gin tonic. Pero Casado estaba tan entusiasmado, y no se yo si sobrio, que no solo las suscribía, sino que el último día de campaña llegó a ofrecerles varios ministerios a los de Vox. Ahora dice que no. Dice que Vox es la ultraderecha y Abascal un vividor que se aprovechó de las mamandurrias del PP para sobrevivir. Y no solo eso, también dice que Ciudadanos es un partido socialdemócrata que disimula haciéndose pasar por liberal.

Los viajes, ya lo decíamos antes, siempre son una aventura, pero los de vuelta suelen ser más duros que los de ida. Por eso habrá gente del PP que, aunque sea a regañadientes, estará volviendo a ese centro que, ahora, propone Casado y gente, como Cayetana Álvarez de Toledo, que se encuentra a gusto siendo muy de derechas, porque entiende que es su sitio, y no está dispuesta a desandar el camino. Gente que es consciente de que, al PP, le han dado una bofetada en las urnas, pero cree que eso no justifica que Pablo Casado, que hasta hace dos días presumía de ser la derecha sin complejos, de pronto se vuelva marxista, quiero decir de Groucho, y haga suya la célebre frase del cómico. Aquello de: "Estos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros". Vuelvo a ser de centro y me olvido del rearme ideológico que propuse cuando gané las primarias. El viaje que habíamos iniciado, en compañía de Aznar, ya no tiene sentido. Tenemos que cambiar el discurso y volver al marianismo.

Haría bien Pablo Casado si tuviera en cuenta aquella máxima de Quevedo de que nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y de costumbres. De todas maneras, lo más preocupante no es este viaje de vuelta al centro sino cuál será el próximo destino. A dónde propondrá Casado que viaje el PP si es que el 26 de mayo este viaje de ahora supone un nuevo fracaso.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / diario La Nueva España

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