lunes, 5 de junio de 2023

La sorpresa de un lugar inhóspito

Un paseo por el centro de Avilés: la ‘acerona’ de Pedro Menéndez


Milio Mariño

Dando un paseo por Avilés llegué a la esquina de lo que era el Café Colón y me encontré con la sorpresa de un paisaje desco- nocido. En frente tenía el Parque del Muelle, el de siempre, pero a la izquierda había como un páramo de cemento que se extendía hasta, casi, el inicio de Sabugo. Un espacio que cuanto más lo miraba más me provocaba la sensación de sentirme como un idiota estético, pues no lograba apreciar la obra de un urbanista, seguramente de prestigio, que se habría devanado los sesos discurriendo el proyecto que supuso quitar la fuente, que al parecer afeaba el entorno, para construir algo que me parecía horrorosamente más feo. Esa fue la primera impresión, pero no estaba conforme del todo porque, aparte de feo, había algo más que se me escapaba y no acertaba a definir. Algo que me sumía en la angustia de no encontrar la palabra que diera significado a la sensación que sentí.

Tardé en encontrarla porque, a veces, las palabras son como esos calcetines sueltos que buscas y no encuentras por ningún sitio. Al final la encontré y quedé más tranquilo.  Es una palabra que apenas uso, pero define lo que sentí cuando me asomé a lo que han hecho en el espacio que dije: el comprendido entre el Parque del Muelle y la acera de la Plaza de Abastos.

La palabra que me costó encontrar fue: inhóspito. Inhóspito definía mejor lo que me pareció aquel lugar: un rincón de Avilés desposeído de cualquier identidad, frio, impersonal, mal concebido, nada acogedor y difícilmente habitable ni siquiera por las palomas que no tienen a dónde ir.

Lo que han construido podría ser qué se yo… Una pista de aterrizaje para helicópteros, o el vestigio de una civilización, de hormigón y cemento, que puedan descubrir los arqueólogos dentro de un par de siglos como ahora han descubierto los restos de la muralla. Podría ser lo que ustedes quieran porque es nada. Es un espacio muerto que no tiene utilidad. Solo tiene desolación y ningún respeto por un entorno que merecía algo mejor. Algo más amable y humanizado que una explanada de cemento que ha empeorado el uso y la estética del lugar y no sirve de conexión entre la Plaza de Abastos y el Parque del Muelle que, al parecer, era lo que pretendían.

En vez de lo pretendido han construido lo contrario: un obstáculo difícilmente salvable. Lo digo, claro está, como opinión personal. No hablo en nombre de nadie más allá del mío propio y, si acaso, el de cuatro amigos. Cinco, a lo sumo, todos avilesinos y muy contentos con el Avilés de hoy, que es más amable y acogedor que el que conocimos en nuestra infancia. Reconocerlo y alegrarnos no impide ser crítico con ese empeño por arreglar lo que no hace falta, intervenir sin que haya una necesidad concreta y buscar soluciones a lo que no es un problema.

Se me escapan los motivos que les llevaron a lo que han hecho con la Plaza Pedro Menéndez. Solo se me ocurre que alguien debió pensar que necesitábamos un lugar feo e inhóspito que sirviera de contraste y nos ayudara a valorar lo guapo que es Avilés. Si esa era la pretensión, lo han conseguido. No sé cuánto habrá costado pero, aunque fuera barato, saldrá caro porque podrían haberse ahorrado semejante despropósito.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

2 comentarios:

  1. Es un auténtico atentado, aunque como dice el refran "para gustos..." y seguro que alguno habrá que lo alabe.
    En Madrid alaban a Ayudo aunque otros no lo entendamos
    Pues esto igual
    DE PENA

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  2. Totalmente de acuerdo contigo, has plasmado con las palabras exactas el batiburrillo que a mí se me pasó por la cabeza y no sabía cómo expresar por qué me quedé en blanco 🐻‍❄️

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Milio Mariño