lunes, 8 de abril de 2019

Pensiones y aprensiones

Los partidos deberían pronunciarse sobre un tema que es capital


Cuando me puse a escribir sobre las pensiones pensé que la parte buena es que ya estoy jubilado y muy mal se tienen que dar las cosas para que quiebre el sistema antes de que me muera. Igual soy demasiado optimista. Ahora bien, eso no quiere decir que el miedo desaparezca. El miedo solo cambia barrio, aunque también es cierto que podría ir por los dos: por el de la edad y el de la pensión. Sería un castigo excesivo porque con la incertidumbre de que la revaloricen, o no, alcanza y sobra para tenernos con el alma en vilo. Otra historia es que alguien proponga recortar las pensiones actuales, lo cual supondría una crueldad a la que quizá no se atrevan, no por falta de ganas sino por cálculo electoral. De modo que el miedo no afecta tanto a los jubilados como a los futuros beneficiarios, a quienes hace tiempo que les vienen diciendo que se resignen y disfruten mientras puedan porque van a tener que trabajar hasta los 70 años y cobrar la mitad.

En la calle, es lo que se comenta. Pero, ahora, llegan las elecciones y la gente tiene derecho a saber la verdad. Tiene derecho a exigir que los partidos se mojen y dejen de disimular sobre algo que, en este momento, afecta al 26% del electorado y es seguro que afectará al 100%. Por eso que, sin desmerecer el debate sobre la conveniencia de tener una pistola en casa o sobre el aborto en la época del neandertal, todos deberían retratarse y decir lo que piensan sobre un tema que es capital.

Lo que sabemos es que han tirado por la borda dos años de trabajo de la comisión del Pacto de Toledo con la excusa del adelanto electoral. Otro intento fallido, mientras la sociedad sigue demandando un debate en el que los partidos ofrezcan sus alternativas y dejen de marear la perdiz con ese bombardeo constante sobre la supuesta quiebra del sistema público y las predicciones geriátricas de quienes se jubilen en el 2050 y posiblemente vivan cien años.

Está bien que se aborde el futuro, pero antes tenemos derecho a saber cómo se ha llegado a la situación actual y a que se diga la verdad sobre la sospecha de una estrategia deliberada para desvalijar la Seguridad Social. Sospecha que tiene su origen en la decisión de aminorar sus ingresos y multiplicar los gastos.

Es evidente que se vació la hucha de las pensiones, se obligó al sistema a financiar las bonificaciones a las empresas y las tarifas planas de cotización; se trasladaron y cargaron en sus cuentas quebrantos que no le pertenecían para que otros organismos como el de Empleo cuadraran sus balances; y se completó la faena con una devaluación salarial que ha impedido que el aumento de cotizantes aporte mayores ingresos.

Estos detalles deben tenerse en cuenta antes echarle la culpa a la crisis y a que el sistema es insostenible. En los años más duros resulta que no hubo déficit ni fue necesario recurrir a las reservas. Eso vino después, cuando el gobierno del PP regaló 60.000 millones a los bancos y dijo que no había dinero para las pensiones. Dinero hay, lo que falta es voluntad política para abordar un tema en el que no valen medias tintas, todos tienen que mojarse y decir cuáles son sus alternativas.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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