lunes, 8 de octubre de 2018

Igualdad empezando por arriba

Milio Mariño

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, tiene razón cuando dice que el tiempo, por sí mismo, no cambia las cosas. Hace falta algo más. Algo que, en la lucha por la igualdad, entre hombres y mujeres, no debe dejarse al albur de los acontecimientos. Estoy de acuerdo, lo que ya me parece más discutible es que avancemos, en igualdad, por el hecho de que se ponga en marcha una ley que hace obligatorias las cuotas de paridad en los consejos de administración de las empresas. Está bien que se intente por arriba pero donde hay que aplicarse a fondo, y tomar medidas, es a pie de calle. Es haciendo lo que haga falta para que, por ejemplo, la brecha salarial, que supone, como mínimo, que las mujeres sigan ganando un 23 % menos que los hombres, desaparezca.

De todas maneras, tampoco es cuestión de quitarle mérito a una proposición de ley que pretende obligar a las empresas a compartir y repartir el poder de decisión entre los hombres y las mujeres. Que los consejos de administración tengan su “cuota rosa”, como dicen los italianos, puede ser positivo en cuanto a la imagen y el mensaje que se traslada. Los gestos también son importantes pero, para que cunda el ejemplo, deberían empezar por lo más alto. No sería lógico que se impusiera la paridad en los Consejos de Administración y que las instituciones siguieran proyectando que las mujeres ejercen un papel secundario.

Digo esto porque hace unos días me encontré con que el Rey, Felipe VI, había establecido las retribuciones de la Familia Real y del personal de La Zarzuela, aplicándoles la misma subida que la prevista para los funcionarios, en este caso el 1,5 por ciento. Una medida que podría ser ejemplar si no fuera que al entrar en detalles se advierte una diferencia que, a mí por lo menos, me ha llamado la atención. Todo parecía correcto hasta que en la asignación de retribuciones a la Familia Real aparece que el Rey percibe 242.769 euros anuales y la Reina 133.530, un 55% menos.

¿Por qué gana más el Rey que la Reina? Ya sé que, a lo mejor, no debería hacerme esta pregunta. En algún sitio leí, alguna vez, que cuánto más estúpida es una persona más se esfuerza por hacerse grandes preguntas. Tal vez sea el caso porque podía haberla resuelto respondiéndome lo que es obvio. El Rey gana más porque para eso es Rey y punto. Aunque bueno, también había otra más simple como esa que alude a qué quien reparte siempre se lleva la mejor parte.

Ocurrencias al margen, la pregunta sigue en pie, esperando respuesta. ¿Por qué esa diferencia? Se dirá, seguramente, que el Rey es el Jefe del Estado y la Reina solo ejerce de consorte. Podría ser pero entonces, si la Reina solo es eso, la mujer del Rey, por qué ponerle un sueldo. Si no tiene ninguna función no debería cobrar nada. Pero resulta que sí la tiene, es la Reina y, como tal, ejerce un papel protagonista en los actos institucionales. Por eso, ya que hablamos de gestos, y de obligar a las empresas a compartir y repartir el poder de decisión entre los hombres y las mujeres, no me digan que no sería bonito, y un ejemplo de los buenos, que el Rey y la Reina cobraran el mismo sueldo.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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