lunes, 10 de julio de 2023

Volver a la mili

Milio Mariño

Como comprenderán no es por edad, es por curiosidad que me gustaría saber si los partidos políticos que concurren a estas elecciones y especialmente los que proponen que volvamos a la España cañí, tienen pensado que vuelva la mili. Desconozco si, entre sus planes, albergan la idea de que los jóvenes, hombres y mujeres, vuelvan a los cuarteles y se preparen para cumplir con la obligación constitucional de defender a la patria.

Sería bueno saberlo. En su campaña electoral, el hoy presidente francés Emmanuel Macron prometió instaurar un servicio militar obligatorio que incluya a las mujeres y los hombres de entre 16 y 21 años. Hace poco, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier, tal vez por los vientos de guerra que soplan desde la vecina Rusia, también habló de volver al servicio militar que Alemania suprimió hace doce años. De modo que si Francia y Alemania están en esa dinámica algo se cuece en Europa y no creo que sea fabada.

Volver a las rapadas de pelo, vestir de uniforme, comer de rancho, madrugar a toque de corneta y ser un guripa de a sus órdenes mi sargento, me temo que será difícil porque el ejército ya no dispone de cuarteles para alojar a miles de reclutas, ni de personal para entrenarlos con ese armamento de última generación especialmente sofisticado. El lio sería tremendo y los jóvenes despertarían de su letargo para echarse a la calle y protestar a tope.

Veo difícil que los jóvenes vuelvan a coger el fusil, pero el problema está ahí y los alemanes y los franceses, que no son tontos, ya lo vieron venir. Hay cosas que dejamos de hacer por comodidad y luego generan unas consecuencias terribles. Empezamos subcontratando la recogida de basura y ya ven dónde hemos llegado, a que las guerras se subcontraten y pueda pasar lo que acaba de pasar en Rusia.

A la guerra no quiere ir nadie, así que su futuro está abocado a que los países con más recursos la subcontraten. Se acabaron los ejércitos nacionales y aquello de morir por la patria, ahora hay empresas como Wagner que tienen en nómina a miles de jóvenes dispuestos a morir por nosotros. Dicen que no son mercenarios, prefieren que los llamemos contratistas de seguridad. Empresas que hacen lo que no nos gusta, incluido arriesgar la vida defendiendo a nuestro país.

Con dinero se puede subcontratar casi todo. Incluso que alguien luche y muera por nosotros. El mejor ejemplo es Yevgueni Prigozhin y su empresa al mejor postor formada por 50.000 paramilitares que están luchando por Rusia en la guerra de Ucrania. No es nada nuevo. Estados Unidos tiene mogollón de estas empresas y en 2012 gastó 44.000 millones de dólares para pagar su intervención en las guerras de Afganistán, Irak y Somalia.

En España tenemos una: UC Global Security. Una empresa con sede en Jerez que, según dice, “aporta soluciones a las necesidades de los gobiernos”. Es un alivio que tengamos de quien echar mano en caso de que la cosa se ponga fea. Gratis desde luego no saldrá, pero para algunos será muy tranquilizador que el Gobierno pueda pagar a otros para que defiendan a España, mientras ellos se toman unas cañas presumiendo de banderita en la pulsera. Así es, ahora, el patriotismo y la guerra. Los jóvenes no van a la mili, pero la carne de cañón sigue siendo la misma.

 

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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