lunes, 25 de febrero de 2019

Más perros y menos niños

Milio Mariño

Hace un par de meses, una diputada de Ciudadanos, Melisa Rodríguez, sufrió un pequeño lapsus, cuando respondía a una pregunta sobre feminismo, y dijo que creía en la igualdad y que por ello su partido presentaba un proyecto de ley para que los perros fueran considerados personas. El proyecto de ley, que fue aprobado por unanimidad, no recogía exactamente eso, si no que los animales dejaran de ser cosas y pasaran a ser reconocidos como seres vivos dotados de sensibilidad. Algo que parece muy razonable y no invalida el lapsus de la diputada pues solo hay que ver la cantidad de gente que a día de hoy considera que su perro es un miembro más de la familia. Sobre todo, las nuevas generaciones que, por lo visto, están prefiriendo tener un perro en vez de tener un hijo. Las estadísticas así lo confirman, ofrecen cifras que certifican que esa realidad se está imponiendo no por ahí afuera, en Europa o Estados Unidos, sino aquí mismo.

Plantear el problema en términos de uno u otro, mascota o niño, tal vez parezca muy fuerte, pero los perros se están convirtiendo en los nuevos hijos. Un dato revelador es qué en Asturias, según el Registro de Identificación de Animales del Principado, hay censados nada menos que 163.627 perros. Cifra que, si la comparamos con el último recuento del Instituto Nacional de Estadística, referida a personas, supone que el número de perros supera, en 13.000, al de asturianos menores de veinte años, que solo llegan a 150.674, entre jóvenes y niños.

Hay quien resta importancia a estos números y sostiene que no es cierto que los jóvenes estén supliendo tener un hijo por tener un perro. El argumento es que se trata de dos fenómenos completamente distintos y que la clave está en que se ha producido un cambio en el paradigma de la familia tradicional. Un cambio que corrobora lo que decimos. Hoy la familia: una pareja, dos ingresos, sin hijos y con un perro, significa más recursos, más tiempo para el ocio y menos complicaciones. Todo ventajas.

Tener hijos es una decisión no una necesidad. No se tienen porque deban tenerse sino porque así se quiere. Y ahora es evidente que no se quiere, o se quiere muy poco porque las parejas han llegado a la conclusión de que los niños suponen mucha responsabilidad, un gasto considerable y además son pesados, egoístas y caprichosos. Todo lo contrario de lo que nos gustaría que fueran y son los perros: obedientes, respetuosos, poseedores de hábitos fijos y agradecidos de su amo. Agradecidos hasta el punto de que tienen un alto sentido del ridículo y, para mí, que contienen la risa cuando los humanos les hablan y se portan con ellos como si, realmente, fueran sus hijos.

El modelo familiar es otro. Y eso lo han captado muy bien los establecimientos comerciales, que se declaran amigos de los perros, al tiempo que ponen coto a los niños. Cada vez hay menos carteles de “prohibido animales” y, en cambio, van en aumento los que prohíben o limitan la entrada de niños. Esa es la realidad por más que busquemos excusas para no aceptarla. Solo hay que salir a la calle para ver que tenemos el doble de probabilidades de cruzarnos con alguien que pasea un perro que con unos padres que llevan de la mano a un niño.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

1 comentario:

Milio Mariño