El problema, al parecer, ya está casi
resuelto, pero cuando leí que España, en plena crisis por el Coronavirus, había
comprado a China material sanitario y equipos médicos por valor de 578 millones
de euros me llevé las manos a la cabeza. Tenía muy presente la reco- mendación
exhaustiva de que en los chinos no se nos ocurriera comprar ciertas cosas como juguetes
a pilas, un alargador eléctrico o cualquier producto cosmético. Nos advertían
de que podíamos liarla parda si comprábamos lo que no deberíamos comprar en los
chinos, así que ya se imaginan como me quedó el cuerpo cuando supe lo de la
compra de material sanitario.
La pregunta que me asaltó
entonces fue de cajón. ¿Qué pasa, que aquí, en España, no fabricamos siquiera
algo tan simple como unas mascarillas o unas batas de usar y tirar? Pues, por
lo visto, eso parece. En España producir, lo que se dice producir, producimos más
bien poco. Aquí lo que hacemos es vivir del sol, el turismo, los servicios y la
construcción. En cuestión de agricultura cosechamos lo justo, en pesca pescamos
lo que nos dejan y en la industria, que ya era escasa, vamos cuesta abajo y sin
frenos pues, a principios de este año, hemos pasado del 20 al 16,5%, en cuanto
a su incidencia en el PIB.
La industria está así. Y, si
hablamos del sector textil para que les voy a contar; fabricamos fuera, en
otros países, el 85% de lo que vendemos. En los escaparates de las tiendas y en los
centros comerciales nos ofrecen ropa de aquí, pero la fabrican en China,
Vietnam, Bangladés, Turquía o Marruecos. De aquí tengo miedo que no sea ni el
papel de envolver.
Lo que sí es nuestro es que los
empresarios estén todo el día quejándose y pidan rebajas de impuestos,
reducción del coste de la energía y subvenciones. Lo de quejarse es muy nuestro,
pero lo de invertir en bienes de equipo y tecnología queda para otros. Nuestros
empresarios siempre vieron más rentable el pelotazo, la manera de hacer
negocios a costa del Estado y los chanchullos entre amiguetes, que lo de
trabajar con una base industrial sólida y un margen empresarial razonable. Ahora
bien, en ingeniería contable somos los mejores del mundo.
El caso que cuando la gente se
pone demuestra que es capaz de hacer cualquier cosa. Ha bastado con que algunas
mujeres rescataran del cuarto trastero su máquina de coser oxidada, o que
algunos artesanos improvisaran en sus talleres, para que nos pusiéramos a
fabricar mascarillas como chinos.
Deberíamos tomar nota y aprender la
lección. Comprar fuera lo básico del material sanitario no ha sido una anécdota
o un hecho puntual. Ha sido la prueba de que dependemos, en exceso, del
exterior y necesitamos más industria y más tecnología, o lo que es lo mismo,
más inversión y más valor añadido en actividades productivas que son esenciales
para cualquier país. No parece sensato que productos de uso común se compren
fuera y tengan que venir desde el otro lado del mundo. Nuestra estabilidad y
progreso debería asentarse en un verdadero modelo productivo, que es, justo, lo
que no tenemos.
El reto, por tanto, no será tapar
cuatro grietas y reconstruir lo que se ha venido abajo. Será edificar el solar
completo. El sol y el turismo no alcanzan para sostener un país que quiere ser
próspero, eficaz y moderno.
..........
ResponderEliminar