lunes, 16 de septiembre de 2019

Libros de texto a capricho

Milio Mariño

La vuelta al cole supondrá que alrededor de ocho millones de niños y jóvenes vayan a estudiar una Historia, una Geografía y una Literatura diferentes, según la Comunidad Autónoma en la que residan. Cito tres y no sé si me quedaré corto, en cuanto a las asignaturas que las Comunidades modifican a capricho, porque viendo los esfuerzos que hacen por diferenciarse, y el nivel de locura al que hemos llegado, tampoco me extrañaría que metieran mano a las matemáticas y, en algunas Comunidades, dos más dos dejaran de ser cuatro. No lo descarten. En la geografía que se enseña en Canarias apenas se da importancia a los ríos, porque allí no los tienen, y en los libros de historia, que se estudian en Cataluña, se pasa por alto que los Reyes Católicos existieron y se dice que Jaime I Rey de Cataluña, cuando lo era de Aragón, emprendió la expansión de Cataluña por tierras hispánicas.

Que denuncie estos disparates no significa que ponga en cuestión el Estado de las Autonomías, entre otras cosas porque no me gusta el Estado centralista y porque pienso que las Comunidades son fundamentales para acercar la política a los ciudadanos y para la estabilidad y el buen gobierno de España. Pero, que piense así, no me impide ver que tenemos diecisiete Comunidades Autónomas y diecisiete sistemas educativos distintos que, en su afán por diferenciarse, cometen auténticas barbaridades. Barbaridades y despropósitos como que en el pasado curso se hicieran de una sola asignatura, Ciencias Sociales de 4º de Primaria, 25 ediciones diferentes.

Es cierto que los libros de texto tienen que cumplir los criterios curriculares que marca el Ministerio de Educación, pero también lo es que han de cumplir los criterios aprobados por las Comunidades Autónomas. Y aquí es donde empieza el lio y se instala la insensatez porque una materia como Matemáticas, que es neutra y debería estar sujeta a pocos o ningún cambio, tiene hasta 19 manuales distintos para el mismo curso. Manuales como el de Andalucía, en el que se dice que para explicar geometría hay que poner como ejemplo la Alhambra.

Así estamos. El orgullo patriótico, la exaltación de los símbolos y la reivindicación y sentimiento de diferencia de cada Comunidad Autónoma, frente al resto de España, configuran una realidad que evidencia la dejación del Estado en sus funciones de supervisión y control del sistema educativo. El Estado no interviene, con el pretexto de evitar conflictos, y el resultado es una caótica realidad que nadie quiere abordar. Nadie, ni la clase política ni la sociedad hacen nada por solucionar el desbarajuste actual y encontrar el lógico equilibrio entre las competencias de las Comunidades y las del Ministerio de Educación.

Es lo que se echa en falta, que sus señorías, de una vez por todas, aborden el modelo educativo con criterios racionales y partiendo de una base común. Que se llegue a un verdadero pacto de Estado, lo cual no quiere decir que se pida la homogeneidad absoluta, sino un acuerdo básico que evite estar al albur de lo que legisle la ideología que ostente el poder en cada momento y unos nacionalismos que están utilizando la educación para marcar diferencias sin que les importe tergiversar la historia o la ciencia.
No deberían permitirse los caprichos de las Comunidades Autónomas en materia de educación. Habría que acabar con ellos cuanto antes mejor.


Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

1 comentario:

Milio Mariño