lunes, 22 de julio de 2019

La mala letra de los médicos

Milio Mariño

La semana pasada, unos amigos me reprocharon que siguiera escribiendo de política en verano. Déjalo, descansa. Seguro que se te ocurren cosas mejores. Prueba con otros temas, por lo menos, hasta septiembre. Y decidí probar, no por hacerles caso, que para ciertas cosas soy muy tozudo, sino porque llevan razón. Ya está bien de política.

La decisión estaba tomada pero no había pensado nada para el artículo de este lunes. El caso fue que acompañé a mi mujer al médico y me vino a la memoria una imagen que hace poco se hizo viral. El pantallazo de una receta y la súplica de alguien que pedía ayuda porque su farmacéutico no había conseguido descifrarla. Al final resultó que ponía algo tan simple como Paracetamol, pero me quedé de piedra porque era de los que creía, como supongo que la mayoría de los mortales, que los médicos y los farmacéuticos tenían una especie de idioma particular, por medio del cual se entendían a pesar de que nosotros no entendamos ni papa. La sorpresa fue que no hay tal idioma. No hay nada de nada, los médicos escriben las recetas con esa letra horrible porque les apetece y los farmacéuticos se las ven y se las desean para entenderlas. Tal es así que muchas veces se interesan por nuestras dolencias para que les demos alguna pista que les ayude a descifrar el jeroglífico de la receta.

Me parecía increíble que los farmacéuticos no entendieran la letra de los médicos, pero la evidencia es que les pasa poco menos que a nosotros. Hay varios estudios que indican que el 5% de las recetas son ilegibles y el 52% se entienden mal. Lo cual da lugar a que muchos farmacéuticos entreguen fármacos equivocados debido a la ambigüedad de la prescripción. Uno de esos estudios, publicado en la revista TIME, señala que la complicación a la hora de descifrar las recetas médicas está causando, en Estados Unidos, 7.000 muertes al año.

Menuda broma. La justificación, al parecer, es que los médicos escriben así para no perturbar la sensibilidad de los pacientes. Esto es, que las recetas y los informes estarían mal escritos de forma voluntaria para no producir alarma entre los pacientes cotillas. Una herencia que procede de cuando la medicina estaba gobernada por el poder del médico y se daba muy poca importancia a la opinión del paciente. El paciente era alguien que iba a la farmacia con un papel lleno de garabatos como quien va con un pergamino egipcio.

Estamos en otros tiempos. Hoy en día no se justifica que los médicos sigan escribiendo las recetas de forma casi ilegible. Puede sonar a broma, pero hace un par de meses el diario inglés “The Telegraph” informaba que una mujer de Glasgow se había dado, por error, una crema para la disfunción eréctil, tratando de evitar la sequedad de los ojos. La paciente tuvo que ser ingresada en el hospital después de que le dieran el medicamento equivocado debido a la confusión generada por la letra de su médico. La crema para la disfunción eréctil se llamaba Vitaros y el lubricante para los ojos Vita-Pos.

Lo mejor, para todos, sería que los médicos escribieran las recetas usando el ordenador y la impresora. Y cuando no sea posible, cuando tengan que hacerlo a mano que lo hagan como está mandado. Despacito y buena letra.


Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

1 comentario:

Milio Mariño