Milio Mariño
Para el Presidente Rajoy se acabó la pesadilla. Todo va bien y lo que falta por resolver se resolverá de ahora a diciembre, de modo que no les aburro comentando el debate sobre El Estado de la Nación. Prefiero hablarles de un problema al que nadie aludió y, lo crean o no, afecta a la calidad de vida de muchos españoles. Me refiero al estreñimiento, a la gente que sufre atascos en su tránsito intestinal; lo cual, además de ser una contrariedad, avinagra el carácter y fomenta la ira de quien lo padece. Nada menos que el 25% de la población, según una encuesta de la Internacional Farmacéutica y la Universidad de Albacete.
El estudio, referido a la Comunidad Europea, señala que España ocupa el segundo lugar, solo por detrás de Italia, en cuanto a la tasa de estreñidos por cada cien habitantes. Un porcentaje, muy superior a la media, que no mereció ni una cita por parte de los políticos que intervinieron en el debate.
La disculpa, seguramente, será que no se conoce ninguna medida política que pueda paliar la situación del estreñido, por dura que sea, y que el problema solo se resuelve con fruta, resignación y paciencia. Es cierto, pero aunque fuera una mención de pasada, como se hace con los parados y los afectados por las hipotecas, significaría la comprensión y el ánimo de una voz amiga que podría facilitar el tránsito. No creo que nadie, ni siquiera Podemos, se atreviera a pedir un Plan Pive para subvencionar la compra de ese inodoro, de la empresa alemana Brown & Frankfurt Keramische, que interactúa con el usuario cuando detecta que está sentado en la taza y su actividad intestina no resulta productiva. Lo que se pide es comprensión para un problema real que afecta al 25% de los españoles. Pero volvemos a lo de siempre, a que una cosa son las cifras macroeconómicas y otra que redunden en beneficio del bienestar de la gente. De poco sirve que podamos descargar a 100 megas, si la descarga que nos interesa, y nos urge, no podemos hacerla.
Algunos, tal vez tomen a broma lo mucho que afecta el estreñimiento al bienestar de la gente. Pues bien, no estaría de más que leyeran: “Rouco, biografía no autorizada”, dónde José Manuel Vidal apunta que el arzobispo padece un estreñimiento crónico que provoca ese mal humor que, en él, tomamos por característico. Otros famosos, como Barack Obama o el Papa Francisco, más proclives a la sonrisa, han confesado el mismo problema. Y aquí sí que viene al caso la solidaridad y el apoyo que puede ofrecer un país de los llamados bolivarianos.
El pasado 15 de enero, el ministro de Exteriores de Ecuador, Ricardo Patiño, hizo público que el Papa Francisco había comentado, al Presidente Correa, su problema de estreñimiento y que Correa le había ofrecido tratarse en uno de los hospitales de la revolución ciudadana. Ofrecimiento que llegó a oídos de Obama, que confesó tener el mismo problema y solicitó ser tratado por el médico que curó a Correa de su estreñimiento, a raíz de que intentaran secuestrarlo y dar un Golpe de Estado.
No suelo ser malpensado pero debió ser por eso, por no reconocer que los estreñidos pueden curarse en un país bolivariano, que no dijeron nada en el debate sobre El Estado de la Nación.
Para el Presidente Rajoy se acabó la pesadilla. Todo va bien y lo que falta por resolver se resolverá de ahora a diciembre, de modo que no les aburro comentando el debate sobre El Estado de la Nación. Prefiero hablarles de un problema al que nadie aludió y, lo crean o no, afecta a la calidad de vida de muchos españoles. Me refiero al estreñimiento, a la gente que sufre atascos en su tránsito intestinal; lo cual, además de ser una contrariedad, avinagra el carácter y fomenta la ira de quien lo padece. Nada menos que el 25% de la población, según una encuesta de la Internacional Farmacéutica y la Universidad de Albacete.
El estudio, referido a la Comunidad Europea, señala que España ocupa el segundo lugar, solo por detrás de Italia, en cuanto a la tasa de estreñidos por cada cien habitantes. Un porcentaje, muy superior a la media, que no mereció ni una cita por parte de los políticos que intervinieron en el debate.
La disculpa, seguramente, será que no se conoce ninguna medida política que pueda paliar la situación del estreñido, por dura que sea, y que el problema solo se resuelve con fruta, resignación y paciencia. Es cierto, pero aunque fuera una mención de pasada, como se hace con los parados y los afectados por las hipotecas, significaría la comprensión y el ánimo de una voz amiga que podría facilitar el tránsito. No creo que nadie, ni siquiera Podemos, se atreviera a pedir un Plan Pive para subvencionar la compra de ese inodoro, de la empresa alemana Brown & Frankfurt Keramische, que interactúa con el usuario cuando detecta que está sentado en la taza y su actividad intestina no resulta productiva. Lo que se pide es comprensión para un problema real que afecta al 25% de los españoles. Pero volvemos a lo de siempre, a que una cosa son las cifras macroeconómicas y otra que redunden en beneficio del bienestar de la gente. De poco sirve que podamos descargar a 100 megas, si la descarga que nos interesa, y nos urge, no podemos hacerla.
Algunos, tal vez tomen a broma lo mucho que afecta el estreñimiento al bienestar de la gente. Pues bien, no estaría de más que leyeran: “Rouco, biografía no autorizada”, dónde José Manuel Vidal apunta que el arzobispo padece un estreñimiento crónico que provoca ese mal humor que, en él, tomamos por característico. Otros famosos, como Barack Obama o el Papa Francisco, más proclives a la sonrisa, han confesado el mismo problema. Y aquí sí que viene al caso la solidaridad y el apoyo que puede ofrecer un país de los llamados bolivarianos.
El pasado 15 de enero, el ministro de Exteriores de Ecuador, Ricardo Patiño, hizo público que el Papa Francisco había comentado, al Presidente Correa, su problema de estreñimiento y que Correa le había ofrecido tratarse en uno de los hospitales de la revolución ciudadana. Ofrecimiento que llegó a oídos de Obama, que confesó tener el mismo problema y solicitó ser tratado por el médico que curó a Correa de su estreñimiento, a raíz de que intentaran secuestrarlo y dar un Golpe de Estado.
No suelo ser malpensado pero debió ser por eso, por no reconocer que los estreñidos pueden curarse en un país bolivariano, que no dijeron nada en el debate sobre El Estado de la Nación.
Milio Mariño / Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Milio Mariño